Todos la merecemos.
Todo ser humano, cualquiera sea su condición social, raza o religión, debería tenerla a su disposición. Debería ser considerado una derecho básico para todo la Humanidad.
Todos debemos tener acceso a un terraza digna.
Un espacio alto, pero de una altura meritoria. Superior a los 5 pisos. Una distancia suficiente para evitar cualquier daño innecesario.
Para los más potentados debería tener arreglos en oro, diamantes y amatistas. Quizás un mayordomo que ofrezca los últimos pedidos, a sus ricos soberanos.
Las públicas podrían ser más austeras. Un simple mangrullo sería suficiente. Seguramente estarían atestadas. O quizás no. Quizás estarían vacías. Como cada aislado individuo que comience a subir a ella, escalón por escalón.
Cada contraescalón sería un espacio publicitario excelente. Antidepresivos, psicólogos y funerarias se disputarían los lugares. Al llegar, una vieja arrugada y de pésimo humor nos tomaría los datos. Luego, el trámite. "Camine hasta la marca. Tómese su tiempo, tiene un minuto."
Después el salto. Con más de 5 pisos nuestro corazón nos abandonará antes de tocar el suelo. Antes de abrazarlo, de fundirnos en él.
Una terraza a contra frente sería ideal. No afectaría el tránsito, no llamaría a curiosos.
Quizás si, un par de barrenderos para mover los restos. Y una morgue en el mismo sótano. Para agilizar los trámites y evitar traslados.
Un par de trapos grises, húmedos; ya con tintes colorados. Un hombre flaco, alto, de overol azul y piel tirando al verde, pasando el lampazo tras cada trámite.
Todo ser humano, cualquiera sea su condición social, raza o religión, debería tenerla a su disposición. Debería ser considerado una derecho básico para todo la Humanidad.
Todos debemos tener acceso a un terraza digna.
Un espacio alto, pero de una altura meritoria. Superior a los 5 pisos. Una distancia suficiente para evitar cualquier daño innecesario.
Para los más potentados debería tener arreglos en oro, diamantes y amatistas. Quizás un mayordomo que ofrezca los últimos pedidos, a sus ricos soberanos.
Las públicas podrían ser más austeras. Un simple mangrullo sería suficiente. Seguramente estarían atestadas. O quizás no. Quizás estarían vacías. Como cada aislado individuo que comience a subir a ella, escalón por escalón.
Cada contraescalón sería un espacio publicitario excelente. Antidepresivos, psicólogos y funerarias se disputarían los lugares. Al llegar, una vieja arrugada y de pésimo humor nos tomaría los datos. Luego, el trámite. "Camine hasta la marca. Tómese su tiempo, tiene un minuto."
Después el salto. Con más de 5 pisos nuestro corazón nos abandonará antes de tocar el suelo. Antes de abrazarlo, de fundirnos en él.
Una terraza a contra frente sería ideal. No afectaría el tránsito, no llamaría a curiosos.
Quizás si, un par de barrenderos para mover los restos. Y una morgue en el mismo sótano. Para agilizar los trámites y evitar traslados.
Un par de trapos grises, húmedos; ya con tintes colorados. Un hombre flaco, alto, de overol azul y piel tirando al verde, pasando el lampazo tras cada trámite.
Y en un par de trapeadas, ya sin manchas, no habrá más problemas.
3 comentarios:
Its ok if the appearance of your blog is not good. The important thing is the topic or the content of your blog.
No sé si reírme o llorar.
Hay un libro que le presté al mumo, se llama En picado, que arranca justamente con la falta de edificios altos para suicidarse en Londres.
Me gustó el texto.
A mi también me gustó.
El libro es de Hornby. Muy bueno.
Publicar un comentario