De Whisky somos

La conversación es en voz baja. El lugar, los personajes y el tono, a elección. El tiempo: la mañana de algún día de semana.

Anciano: ¿Viene siempre acá?

Anciana: Sólo cuando hay whisky.

AO: Bienvenida a mi club.

AA: ¿Son muchos en el club?

AO: Depende de la cantidad de whisky... ¿Usted es sola?

AA: No, Matilde.

AO: Ah, es viva...

AA: No, Matilde.

AO: Entonces es MÁ-tilde

AA: ¿Qué dice?

AO: Por el tilde.

AA: Usted está borracho.

AO: Sólo cuando hay whisky.

AA: Bienvenido a mi club.

¿Para cuando?


Me comentaron por ahí que el torbellino bahiense quiere ser sede de la 1ra copa "Te pido un favor..." de winning eleven.

Espero ansioso ese momento, y confirmo mi suscripción.

Un domingo no es opción... Tiene que ser en la semana.

¿Clubes o selecciones?

PD: Ojo con Cheb que empezó a entrenar...

El Angel Amarillo y la Disco (Parte 1 de 3)


En el Sur también hay Discos cancheras. Los habitué son como los de acá, sonríen para la cámara, tiran besos al aire para saludarse pero no se tocan, no se involucran. Juegan a que tienen plata, de hecho algunos, los más pocos, la tienen.

Pero tener o no tener no es lo importante: el placer de la seducción viene acompañado del arte de la simulación. El cartel de quince los caballeros diez las damas tiene un fondo negro y las letras garabateadas están pintadas de color naranja fluorescente, es que vos no estás en la onda, por eso, dejá.

Cerca de las 12 no hay nadie, porque temprano no se baila. Hay que llegar tipo 3, 3.30, cuantas veces te lo dije, hacer la cola larga larga larga para poder mostrar los zapatos de piel de cocodrilo que tapan el made in Taiwan que queda horrible, súper grasa.

Las chicas y los chicos se disfrazan de Barbie y Ken. Se miran, se sonríen, se dicen como estás, se preguntan si todo bien, se manosean con los ojos, y siempre terminan conociéndose cada vez menos. Seducen pero no concretan nunca, son histéricos, pero no les gusta que los llamen así. No hay lugar para nada, caminan todos juntos despacito despacito, tomando distancia como en el jardín, son largas filas que no tienen destino, giran alrededor de la Disco como agujas de un reloj imaginario y de vez en cuando las hormigas piden cambio para tomar respiro en alguna barra cercana.

La Disco tiene dos pisos, cuatro barras, una pista y un patio grande grande grande con una barra adicional, una pileta chiquita que es de adorno (como se te ocurre), y un par de palmeras que convierten el oasis en un Miami Beach del subdesarrollo.

Las barras se llenan de chicos, chicas, chicos, chicas que dejan de lado los formalismos de sábadoporlanocheenestebolichetancanchero y piden mucho por muy poco. Los pibes del otro lado de la barra juegan a ser barman revoleando botellas, mezclando cosas de colores, poniendo sombrillitas en los vasos y embocando líquidos transparentes en vasos chiquititos. Se paga aca, se retira allá, dice siempre una chica con escote pronunciado y mucha cara de culo que señala con el índice al final de la barra, plagada de gente transpirada y que no le hace bien a esta Disco, está claro.

La música que se escucha es canchera, no podía ser de otra forma: punchi punchi punchi. Todos dicen que la disfrutan, pero la mayoría necesita agua mineral y pastillitas de colores para soportarla y el resto simula porque ¡queda tan bien!. Los artistas tienen nombres raros y los instrumentos no tienen cuerdas, pero ellos bailan, se zamarrean, rebotan.

Por todos lados hay chicos que dicen que juegan al rugby y chicas que juegan al hockey. Son grupos de gente bien, como uno, dicen las mamis y los papis que se ponen tan felices cuando sus joyitas del hogar deciden ser novios entre sí: es una combinación tan hermosa, van a salir rubiecitos y de ojos celestes, se dicen, y aplauden para adentro: los corazones de Jockey Club y cigarrillos con boquilla de oro se enorgullecen. Pero lamentablemente, y como es de esperar, siempre se pelean antes de tiempo porque ellos son así, hoy te ví, mañana no me acuerdo, y de nuevo: vos que te metés si no entendés nada.

A veces se arman peleas (dejá, no ves que estas borracho, pará, pará. PARÁ), pero la gente que se involucra siempre dice que lo arregla afuera, que ya vas a ver cuando te agarre y no se que otras cosas mas. La escena se repite como una obra de teatro realista: los dueños los echan, ellos insultan con dedo amenazador y el sábado próximo vuelven con un manto de olvido en la sien.

Terrazas



Todos la merecemos.

Todo ser humano, cualquiera sea su condición social, raza o religión, debería tenerla a su disposición. Debería ser considerado una derecho básico para todo la Humanidad.

Todos debemos tener acceso a un terraza digna.

Un espacio alto, pero de una altura meritoria. Superior a los 5 pisos. Una distancia suficiente para evitar cualquier daño innecesario.

Para los más potentados debería tener arreglos en oro, diamantes y amatistas. Quizás un mayordomo que ofrezca los últimos pedidos, a sus ricos soberanos.

Las públicas podrían ser más austeras. Un simple mangrullo sería suficiente. Seguramente estarían atestadas. O quizás no. Quizás estarían vacías. Como cada aislado individuo que comience a subir a ella, escalón por escalón.

Cada contraescalón sería un espacio publicitario excelente. Antidepresivos, psicólogos y funerarias se disputarían los lugares. Al llegar, una vieja arrugada y de pésimo humor nos tomaría los datos. Luego, el trámite. "Camine hasta la marca. Tómese su tiempo, tiene un minuto."

Después el salto. Con más de 5 pisos nuestro corazón nos abandonará antes de tocar el suelo. Antes de abrazarlo, de fundirnos en él.

Una terraza a contra frente sería ideal. No afectaría el tránsito, no llamaría a curiosos.

Quizás si, un par de barrenderos para mover los restos. Y una morgue en el mismo sótano. Para agilizar los trámites y evitar traslados.

Un par de trapos grises, húmedos; ya con tintes colorados. Un hombre flaco, alto, de overol azul y piel tirando al verde, pasando el lampazo tras cada trámite.


Y en un par de trapeadas, ya sin manchas, no habrá más problemas.

Contracrónica


Mientras el doctor Jack Shepard trataba de rescatar a sus compañeros de aventuras en medio de una isla misteriosa, el te con limón generaba rechazo en el sujeto recostado en el sombrío cuarto.

Así, entre la magia y el suspenso en tamaño 21 pulgadas, transcurrió la noche para aquel mosquetero que se perdió el asado y la dicha.

Un equipo venezolano empató con uno de Colombia, poco para una noche que prometía vino y charlas lejos de ese lecho rodeado de fiebre y pelotazos sin destino.

La medicina de la tarde no pudo vencer a ese virus que llegó por la mañana y se quedó hasta que las brazas se apagaron y las despedidas se sucedieron.

En fin, el asado quedó en la memoria de algunos y en la fantasía de otros, tal y como sucedió en aquella serie que capturó la atención del cuerpo afiebrado.

Quién está en primera


Abbott: Bueno Costello, voy para Nueva York contigo. El manager de los Yankees me dio un trabajo como entrenador en tanto tú estés en el equipo.
Costello: Bien Abbott, si tú eres el entrenador, debes conocer a todos los jugadores.
Abbott: Ciertamente.
Costello: Es que yo nunca me supe los jugadores. Tendrás que decirme sus nombres, y entonces yo sabré quien está jugando en el equipo.
Abbott: Te diré sus nombres, pero tienes que saber que me parece que sus nombres son bastante peculiares.
Costello: ¿Quieres decir que tienen nombres graciosos?
Abbott: Nombres extraños, nombres de mascotas... como Dizzy Dean...
Costello: Su hermano Daffy.
Abbott: Daffy Dean.
Costello: Y su primo francés.
Abbott: ¿Francés?
Costello: Goofe
Abbott: Goofe Dean. Bien, mira, Quién está en primera, Cuál en segunda y No Lo Se en tercera...
Costello: Eso es lo que quiero saber.
Abbott: Dije que Quien está en primera, Cual está en segunda y No Lo Se en tercera.
Costello: ¿Tú eres el manager?
Abbott: Si.
Costello: ¿Vas a ser el entrenador, también?
Abbott: Si.
Costello: Y no sabes los nombres de los tipos.
Abbott: Bueno, si.
Costello: Bien, entonces ¿quién está en primera?
Abbott: Si.
Costello: Quiero decir, el nombre del tipo.
Abbott: Quién.
Costello: El tipo en primera base.
Abbott: Quién.
Costello: El jugador...
Abbott: Quién está en primera
Costello: Te estoy preguntando que quién está en primera.
Abbott: Ese es el nombre del tipo.
Costello:
¿El nombre de quién?
Abbott: Si.
Costello: Bien, vamos, dímelo.
Abbott: Eso es.
Costello: ¿De quién?
Abbott: Si.
Pausa
Costello: Bueno. ¿Tú tienes un primera base?
Abbott: Ciertamente.
Costello: ¿Quién juega en primera?
Abbott: Seguro.
Costello: ¿Cuando tu pagas los sueldos cada mes, quién recibe el dinero del primera base?
Abbott: Cada dólar.
Costello: Todo lo que trato de saber es el nombre del tipo de primera base.
Abbott: Quién.
Costello: El tipo que tiene...
Abbott: Eso es.
Costello: Quién tiene el dinero...
Abbott: Claro, cada dólar. Algunas veces viene su esposa y ella recibe el dinero.
Costello: ¿La esposa de quién?
Abbott: Si.
Pausa
Abbott: ¿Qué es lo que está mal?
Costello: Mira, todo lo que quiero saber es cuando tu contrataste al primera base, ¿cómo escribió su nombre?
Abbott: Quién.
Costello: El tipo.
Abbott: Quién.
Costello: Como es que firma...
Abbott: Así es como firma.
Costello: ¿Quién?
Abbott: Si.
Pausa
Costello: Estoy tratando de averiguar cual es el nombre del primera base.
Abbott: No. Cuál está en segunda base.
Costello: No te pregunté quien está en segunda base.
Abbott: Quién está en primera.
Costello: ¡Una base por vez!
Abbott: Bien, no cambiemos los jugadores.
Costello: ¡No estoy cambiando a nadie!
Abbott: Tómalo con calma, amigo.
Costello: Solo te estoy preguntando quién es el tipo en primera base.
Abbott: Eso es.
Costello: Ok.
Abbott: Perfecto.
Pausa
Costello: ¿Cuál es el nombre del tipo de primera base?
Abbott: No. Cuál está en segunda.
Costello: No estoy preguntando quién está en segunda.
Abbott: Quién está en primera.
Costello: No lo sé.
Abbott: Él está en tercera, no estamos hablando sobre él.
Costello: Ahora, ¿como hice para llegar a tercera base?
Abbott: Tú mencionaste su nombre.
Costello: Si yo mencioné el nombre del tercera base, ¿quién dije que está jugando en tercera?
Abbott: No. Quién está en primera.
Costello: ¿Cuál base?
Abbott: Cuál está en segunda.
Costello: No lo sé.
Abbott: Él está en tercera.
Costello: ¡Ahí vamos, a tercera otra vez!
Pausa
Costello: Quédate en tercera base y no te vayas de ahí.
Abbott: Perfecto. ¿Qué es lo que quieres saber?
Costello: Ahora, ¿quién está jugando en tercera base?
Abbott: ¿Porqué insistes en poner a Quién en tercera base?
Costello: ¿A cuál estoy poniendo en tercera?
Abbott: No. Cuál está en segunda.
Costello: Tú no sabes quien está en segunda.
Abbott: Quién está en primera.
Costello: No lo sé.
Abbott: ¡Tercera base!
Pausa
Costello: ¿Tú tienes jardinero?
Abbott: Seguro.
Costello: ¿El nombre del jardinero izquierdo?
Abbott: Porqué.
Costello: Solo porque te lo pregunto.
Abbott: Bien, creo que ya te lo dije.
Costello: Entonces dime quién está jugando como jardinero izquierdo.
Abbott: Quién está en primera.
Costello: Yo no... salgo del campo!!!! Quiero saber cuál es el nombre del jardinero izquierdo.
Abbott: No. Cuál está en segunda.
Costello: No te pregunté quién está en segunda.
Abbott: ¡Quién está en primera!
Costello: No lo sé.
Ambos: ¡Tercera base!
Pausa
Costello: ¿El nombre del jardinero?
Abbott: Porqué.
Costello: ¡Por eso!
Abbott: Oh, él es el jardinero central.
Pausa
Costello: Mira, ¿tú tienes un pitcher en este equipo?
Abbott: Seguro.
Costello: ¿El nombre del tipo?
Abbott: Mañana.
Costello: ¿No me lo puedes decir hoy?
Abbott: Te lo estoy diciendo.
Costello: Entonces adelante.
Abbott: ¡Mañana!
Costello: ¿En qué momento?
Abbott: ¿En qué momento qué?
Costello: ¿En qué momento de mañana me vas a decir el nombre de quién es pitcher?
Abbott: Ahora escucha. Quién no es el pitcher.
Costello: ¡¡¡Te romperé el brazo si me dices "quién está en primera"!!! Quiero saber cuál es el nombre del pitcher.
Abbott: Cuál está en segunda.
Costello: No lo sé.
Ambos: ¡Tercera base!
Pausa
Costello: ¿Tienen un catcher?
Abbott: Ciertamente.
Costello: ¿El nombre del catcher?
Abbott: Hoy.
Costello: Hoy, y mañana es el pitcher.
Abbott: Ahora tu lo sabes.
Costello: Todo lo que tengo son un par de días del equipo.
Pausa
Costello: Tu sabés, yo soy catcher también.
Abbott: Eso me dicen.
Costello: Estoy detrás de la base, Mañana es el pitcher en mi equipo y un gran lanzador. Ahora, lanza la pelota. Cuando él me tira la bola, yo, siendo un gran catcher, voy a arrojar al tipo en primera. Entonces, ¿Yo tomo la pelota y se la lanzo a quién?
Abbott: Esta es la primera vez que dices algo acertado.
Costello: ¡No se de que cuernos estoy hablando!
Pausa
Abbott: Eso es todo lo que tienes que hacer.
Costello: Es lanzar la bola a primera base.
Abbott: ¡Si!
Costello: Ahora, ¡quién la agarra?
Abbott: Naturalmente.
Pausa
Costello: Mira, si yo lanzo la bola a primera base, alguien la debe agarrar. ¿Ahora quién es?
Abbott: Naturalmente.
Costello: ¿Quién?
Abbott: Naturalmente.
Costello: ¿Naturalmente?
Abbott: Naturalmente.
Costello: Entonces yo tomo la bola y la lanzo naturalmente.
Abbott: No. Tu tomas la bola y la tiras a Quién.
Costello: Naturalmente.
Abbott: Esa es la diferencia.
Costello: Eso es lo que digo.
Abbott: Tu no estás diciéndolo.
Costello: Le lanzo la bola a Naturalmente.
Abbott: Tu se la lanzas a Quién.
Costello: Naturalmente.
Abbott: Eso es.
Costello: ¡Eso es lo que digo!
Abbott: Tú me preguntaste.
Costello: ¿A quién le lanzo la bola?
Abbott: Naturalmente.
Costello: Ahora tu pregúntame.
Abbott: ¿Tu lanzas la bola a Quién?
Costello: Naturalmente.
Abbott: Eso es.
Costello: ¡Lo mismo que tú! Yo le lanzo la bola a Quién. Quién sea suelta la bola y el tipo corre a segunda. Quién lanza la bola a Cuál. Cuál se la lanza a No Lo Sé. No Lo Sé lanza la bola a Mañana, triple anotación. Otro tipo lanza una bola larga a Por Eso. ¿POR QUÉ? ¡NO LO SÉ! ¡Él está en tercera y me importa un comino!
Abbott: ¿Qué?
Costello: ¡Dije que me importa un comino!
Abbott: Oh, este es nuestro frenador.

----------------------------------------------------------------------------

Qué tipos genios.
El video, en inglés, siempre me hace reír.

El asadito



Arrancó con una noticia triste: por culpa de un virus de invierno se nos cayó un mosquetero. Pero la voluntad general se impuso a la pena particular, a la ausencia, a la falta.

El anfitrión volvió a soprender, como cada vez que se pone delante de la parrilla, con una carne inmejorable. Nadie puede creer que sepa asar. Pero asa. Siempre. Y bien.

El villano invitado resultó ser un Rolling Stone. La única mujer, una estrella.

El vino corrió, inevitable, y se fue multiplicando.

Alguno se tambaleó beodo hacia los labios de una espera. Otro mató horas de alcoholemia sentado en su computadora, ganando medallas de honor. Un tercero, misterioso, partió hacia Palermo. Quizá un cuarto haya mirado a Capussotto.

Yo dormí solo. Sobrio. Con un par de minutos de TN.

Pensando en mi amigo católico, en Benedicto y sus alas, en la última cena y en el santo grial.

El sueño, tan de noche, se parece mucho a la alegría.

Benedicto te da alas

Juan 2:14 “Y halló en él a los que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y a los cambiadores sentados”.

Para el que visita la antiquísima ciudad de Roma el paso por la Ciudad de Vaticano es casi obligatorio. Y una vez en “tierra santa” una vuelta por la Catedral de San Pedro y su afamada y vistosa cúpula no se le niega a ningún cristiano. Luego de más de 300 escalones los turistas llegan exhaustos hasta el techo de la iglesia. Aún restan más de 200 curvados peldaños para llegar al “cielo vaticano”. Pero una vez en ese descanso, todos se dan unos minutos para recuperar el aliento. Algunos incluso aprovechan las comodidades papales para tomar otras medidas que los recompongan y les permitan ascender a la cúpula.

Mateo 21:12 “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas”.

“Ristoro – Refreshment” se lee en el pórtico de una austera puerta. Adentro, “un bar como Dios manda” nos espera para devolvernos el alma al cuerpo y seguir camino. Sillas, mesas, banquetas, barra, barman, vasos, todo lo habitual. Hasta una máquina para servir toda la línea de gaseosas de Coca-Cola. Pero un detalle destaca sobre todos, desde la misma entrada. La cálida y compasiva cara del sumo pontífice nos recibe desde un afiche en una columna. A su lado, como por tomar la bendición, o con la bendición de Benedicto XVI ya tomada, un stand de Red Bull. La bebida energizante por excelencia, a sólo tres euros, puede ser nuestra única salvación para llegar a lo más alto.

Marcos 11:17 “Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? Más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.

Todos los griegos son putos

Martes. Un café de muchas sillas y pocos pero fieles clientes. Siete de la tarde, siete y media quizás. Osvaldo y el Negro están ubicados en una de las mesas del fondo y esperan al resto de los muchachos.

MOZO.- Señores, buenas tardes, ¿Qué van a tomar?

OSVALDO.- Para El Negro lo mismo de siempre, Cacho. A mí tráigame un té con limón, ando medio dolorido del estómago.

EL NEGRO.- (mira a Osvaldo y se ríe) Hombre de café negro tomando té con limón... ¡Té con limón! (Cambia el tono emulando a un cantante de tango) Quién lo hubiera dicho Osvaldo, vos, que nos enseñaste a todos nosotros cómo hacer para no sufrir por una mina. Un té con limón, la verdad que no te lo puedo permitir… Cachito, traele un café negro.

OSVALDO.- (Frunce el ceño primero y luego se toma la panza, con una mueca de dolor) En serio Negro, téngame compasión, comí algo que me cayó mal, no sé qué fue, desde ayer a la noche que traigo una descompostura para el recuerdo…

EL NEGRO.- (mira a Osvaldo, luego al Mozo y hace un gesto de resignación) Bueh, traele el tecito… la verdad que habrás comido como lima nueva viejo, dejate de joder, así no hay estómago que aguante…

OSVALDO.- (mira el reloj) Negro, ¿a qué hora le dijeron que venían los demás? Ya son como las siete y media…

EL NEGRO.- Siempre llegan tarde, dejá, se pierden lo mejor que es estar con nosotros en la previa… Che, hablando de mariconeadas como tu tecito con limón, ¿sabías que todos los griegos son putos?

OSVALDO.- (agita las manos con palmas invertidas de abajo hacia arriba) Afloje con lo de maricón, le pido por favor… es un tecito con limón nada más ¿Nunca tomó una lágrima?

EL NEGRO.- En mi puta vida. Pero no importa. Contestáme lo que te pregunté ¿Sabías que todos los griegos son putos?

(Llega el mozo con el café negro y el té con limón. El Negro mira al mozo)

OSVALDO.- Gracias Cachito, acá el Negro me asegura que todos los griegos son homosexuales ¿Usted que cree?


CACHITO.- No sabría decirle señor, nunca conocí a ninguno ¿Van a comer medialunas?

EL NEGRO.- No, dejá Cacho, seguí tranquilo, no le des bola a Osvaldo que deriva la situación para donde le conviene.



(El Mozo se va caminando con paso liviano, como arrastrado por el viento)





OSVALDO.- (agita con más insistencia las palmas de abajo hacia arriba) Negro, usted está faltando a la verdad. Usted vio conmigo la Eurocopa 2004 de fútbol ¿Me va a decir que los que ganaron aquel torneo pecaron de falta de hombría?

EL NEGRO.- Mirá, no estoy profundamente convencido de eso, porque pusieron como caballo, en eso tenés razón. Pero dejame explicarte, ¿Nosotros nos debemos a nuestros antepasados, no? (Enciende un cigarrillo, echa una bocanada de humo al viento y toma un poco de café negro)

OSVALDO.- (Lo mira atentamente, hace un gesto de aprobación) Sí, la verdad que en eso es genuino: somos igualitos a los tanos y los gallegos. Más a los tanos, creo, por una cuestión de personalidad, pero no podría asegurarlo, es mas bien algo intuitivo…

EL NEGRO.- (Renueva la mueca de aprobación de Osvaldo) Claaaro. Nos vamos entendiendo. Bueno, el otro día estaba mirando un documental en la tele y enganché una historia de griegos y no sé qué más. La cosa es que se estaban cagando a flechazos y espadazos por la batalla de Troya y esas cosas, la verdad que no tenía la más remota idea de quién peleaba. Pero había un tipo recontra cojudo, un tal Aquiles…

(Osvaldo deja abruptamente el café e interrumpe)

OSVALDO.- ¡Sí, Aquiles de Troya! (Se levanta y observando hacia el techo, agita las manos y recita): Un héroe como no hubo nunca, capaz de vencer a un ejército entero, el de los pies ligeros, el del talón endeble…

EL NEGRO.- Ese, ese. La cosa es que le pegó al primero, le pegó al segundo y entró a darle a lo que venía. Parecía un volante de esos todoterreno, como puede ser el Chicho Zapata, el de Central Córdoba. El tipo iba para adelante y no miraba contra quién pegaba (Levanta la mano y atraviesa el aire con una espada imaginaria). Tenía un escudo súper elegante Osvaldito, como un Armani, le quedaba fenómeno. Y entonces el tipo que relataba el documental empieza a hablar del escudo y la mar en coche. Que había metido el Sol, la Luna, el agua, la tierra ahí adentro. Parecía improbable, pero la primera la dejé pasar. Ya a la segunda, me empecé a hacer preguntas ¿Si sos tan cojudo, tantas cosas pones en el escudo? ¿Vas a tirar atrás el equipo? Mirá, vos sabes muy bien que no hay mejor defensa que un buen ataque. Con el escudo empecé a sospechar, empecé a sospechar…

(Agarra la taza y toma un sorbo largo de café negro)

OSVALDO.- Entiendo el punto, pero ¿A sospechar de qué? El escudo era una marca registrada de Aquiles (Vuelve a recitar con una mano en alto): “con triple cenefa brillante y reluciente, provisto de una abrazadera de plata. Cinco capas tenía el escudo, y en la superior grabó el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia”. Para que usted entienda Negro, es similar a lo que ocurría con el pelo de Sansón.

EL NEGRO.- ¿El pelo de quién? (Con ambas manos invertidas genera dos pirámides de diez dedos y las agita) ¿Dónde juega ese?




OSVALDO.- (Resignado) Déjelo ahi Negro, no se haga problema, demoraría demasiado tiempo en redondear el concepto. Sólo entienda que para Aquiles el escudo era lo que le daba verdadera fuerza, lo que le imponía rigor escénico.

EL NEGRO.- Ahí está el punto. Yo lo bancaba con la espada, cuando iba al frente, pero cuando empezó a ir para atrás con el escudito, cuando me dijeron que el tipo tenía (emula los gestos y el tono de voz de Osvaldo) el escudo como marca registrada dije: “A este le gusta recibir demasiado. Si no se la come pega en el palo”.

OSVALDO.- Pero Negro, sea bueno, no es tan así la cosa: Aquiles fue héroe de Troya, protagonista célebre de la Ilíada y la Odisea, el hombre más fuerte del mundo para muchos…

(El Negro interrumpe y pone una mano casi a la altura de la boca de Osvaldo)

EL NEGRO.- (Casi gritando) ¡Qué carajo me importa! A mi se me cayó un ídolo Osvaldo, lo seguí como una hora y media y recién al final, con la victoria consumada, el tipo del documental dice casi sin inmutarse: (emula una voz de locutor) “Los griegos toleraban la homosexualidad, de hecho Aquiles y Patroclo tuvieron una profunda amistad, y también un profundo amor entre sí. Aquiles también es famoso por ser el más hermoso de los héroes reunidos en Troya”. Patroclo, trolo. Aquiles, trolo. ¡Era trolo Aquiles! A esa altura, te confieso, estuve a punto de romper la pantalla de un zapatillazo…

OSVALDO.- (con tono sereno) Estimado Negro, es mitología, los griegos tenían un profundo respeto por la belleza del cuerpo, era otra concepción de la vida, no es como ahora, el tema es un poco más complejo.

EL NEGRO.- Dejame de joder, o sos macho o sos maraca. Las medias están para los pies. Entendé que es un ejemplo poco feliz el de este Aquiles para los chicos. Mucha pelea, mucho grito, pero en el fondo se la morfaba. Vos imaginate, me entero que ahora lo están enseñando en la escuela, que querés, me pongo como loco.

(Toma otro profundo sorbo de café y golpea la taza en la mesa)

OSVALDO.- Me parece que usted tiene un problema con la homosexualidad, está muy alterado con el tema. Levante la mirada por las esquinas, por las veredas. A su lado, mucha más gente de la que que usted piensa es homosexual y no tiene nada de malo, por favor, le pido que no sea retrógrado, el suyo es un pensamiento que venció hace bastantes años…

EL NEGRO.- ¿Vos no te la comerás, no? (Se levanta de la silla y trata de mirar el sector donde está sentado Osvaldo) ¿Dónde tenés el escudo, a ver, a ver? Tecito con limón, dolor de estómago, andá maricón…

OSVALDO.- (Señala con el dedo al Negro) Negro, con todo respeto: váyase a la puta que lo re parió. Y cuando llegue, disculpe a su madre de mi parte. (Se levanta de un salto de la silla)


EL NEGRO.- (Con ambas manos como abrazando el aire que lo separa a él de Osvaldo) ¡Pará Osvaldito, sentate! (Señala con el dedo hacia la puerta) Mirá, ahí viene Carlitos, ya están entrando los muchachos, no te calentés.

(Carlitos se acerca a la mesa)

CARLITOS.- ¿Cómo va muchachos? ¿De qué hablaban?

EL NEGRO.- Del escudo de Aquiles, Carlitos, sentate que te explico.

(Osvaldo se levanta de la mesa y mira a Carlitos)

OSVALDO.- Sí, Carlitos, deje que le cuente el Negro. (Mira el reloj) A mí ya se me hizo tarde. Aguántelo usted.

(Osvaldo camina con paso rápido hacia la puerta y abandona el Café)

CARLITOS.- (Observa atento a El Negro) ¿Y a éste qué le pasa, está en pedo?

EL NEGRO.- Dejalo Carlitos, dejalo. No soporta una charla intelectual, está en las boludeces, ¿sabés?. Te pregunto: ¿Vos sabías que todos los griegos son homosexuales?

CARLITOS.- ¿Todos?

EL NEGRO.- Bueno, la mayoría. Sacá a los de la Eurocopa del 2004. Sí, a esos mejor sacalos.




------


L>S>D>A, Texto de Bruno Altieri.

Perdidos


A veces pienso que, aunque exista la posibilidad remota de descubrir a un genio, aunque se puedan ver las publicidades más increíbles y de vez en cuando uno se tope con una mini película de Hollywood en versión naturaleza, la gente pierde demasiado tiempo en Youtube.


Debería comprarme el wii.