Todos los griegos son putos

Martes. Un café de muchas sillas y pocos pero fieles clientes. Siete de la tarde, siete y media quizás. Osvaldo y el Negro están ubicados en una de las mesas del fondo y esperan al resto de los muchachos.

MOZO.- Señores, buenas tardes, ¿Qué van a tomar?

OSVALDO.- Para El Negro lo mismo de siempre, Cacho. A mí tráigame un té con limón, ando medio dolorido del estómago.

EL NEGRO.- (mira a Osvaldo y se ríe) Hombre de café negro tomando té con limón... ¡Té con limón! (Cambia el tono emulando a un cantante de tango) Quién lo hubiera dicho Osvaldo, vos, que nos enseñaste a todos nosotros cómo hacer para no sufrir por una mina. Un té con limón, la verdad que no te lo puedo permitir… Cachito, traele un café negro.

OSVALDO.- (Frunce el ceño primero y luego se toma la panza, con una mueca de dolor) En serio Negro, téngame compasión, comí algo que me cayó mal, no sé qué fue, desde ayer a la noche que traigo una descompostura para el recuerdo…

EL NEGRO.- (mira a Osvaldo, luego al Mozo y hace un gesto de resignación) Bueh, traele el tecito… la verdad que habrás comido como lima nueva viejo, dejate de joder, así no hay estómago que aguante…

OSVALDO.- (mira el reloj) Negro, ¿a qué hora le dijeron que venían los demás? Ya son como las siete y media…

EL NEGRO.- Siempre llegan tarde, dejá, se pierden lo mejor que es estar con nosotros en la previa… Che, hablando de mariconeadas como tu tecito con limón, ¿sabías que todos los griegos son putos?

OSVALDO.- (agita las manos con palmas invertidas de abajo hacia arriba) Afloje con lo de maricón, le pido por favor… es un tecito con limón nada más ¿Nunca tomó una lágrima?

EL NEGRO.- En mi puta vida. Pero no importa. Contestáme lo que te pregunté ¿Sabías que todos los griegos son putos?

(Llega el mozo con el café negro y el té con limón. El Negro mira al mozo)

OSVALDO.- Gracias Cachito, acá el Negro me asegura que todos los griegos son homosexuales ¿Usted que cree?


CACHITO.- No sabría decirle señor, nunca conocí a ninguno ¿Van a comer medialunas?

EL NEGRO.- No, dejá Cacho, seguí tranquilo, no le des bola a Osvaldo que deriva la situación para donde le conviene.



(El Mozo se va caminando con paso liviano, como arrastrado por el viento)





OSVALDO.- (agita con más insistencia las palmas de abajo hacia arriba) Negro, usted está faltando a la verdad. Usted vio conmigo la Eurocopa 2004 de fútbol ¿Me va a decir que los que ganaron aquel torneo pecaron de falta de hombría?

EL NEGRO.- Mirá, no estoy profundamente convencido de eso, porque pusieron como caballo, en eso tenés razón. Pero dejame explicarte, ¿Nosotros nos debemos a nuestros antepasados, no? (Enciende un cigarrillo, echa una bocanada de humo al viento y toma un poco de café negro)

OSVALDO.- (Lo mira atentamente, hace un gesto de aprobación) Sí, la verdad que en eso es genuino: somos igualitos a los tanos y los gallegos. Más a los tanos, creo, por una cuestión de personalidad, pero no podría asegurarlo, es mas bien algo intuitivo…

EL NEGRO.- (Renueva la mueca de aprobación de Osvaldo) Claaaro. Nos vamos entendiendo. Bueno, el otro día estaba mirando un documental en la tele y enganché una historia de griegos y no sé qué más. La cosa es que se estaban cagando a flechazos y espadazos por la batalla de Troya y esas cosas, la verdad que no tenía la más remota idea de quién peleaba. Pero había un tipo recontra cojudo, un tal Aquiles…

(Osvaldo deja abruptamente el café e interrumpe)

OSVALDO.- ¡Sí, Aquiles de Troya! (Se levanta y observando hacia el techo, agita las manos y recita): Un héroe como no hubo nunca, capaz de vencer a un ejército entero, el de los pies ligeros, el del talón endeble…

EL NEGRO.- Ese, ese. La cosa es que le pegó al primero, le pegó al segundo y entró a darle a lo que venía. Parecía un volante de esos todoterreno, como puede ser el Chicho Zapata, el de Central Córdoba. El tipo iba para adelante y no miraba contra quién pegaba (Levanta la mano y atraviesa el aire con una espada imaginaria). Tenía un escudo súper elegante Osvaldito, como un Armani, le quedaba fenómeno. Y entonces el tipo que relataba el documental empieza a hablar del escudo y la mar en coche. Que había metido el Sol, la Luna, el agua, la tierra ahí adentro. Parecía improbable, pero la primera la dejé pasar. Ya a la segunda, me empecé a hacer preguntas ¿Si sos tan cojudo, tantas cosas pones en el escudo? ¿Vas a tirar atrás el equipo? Mirá, vos sabes muy bien que no hay mejor defensa que un buen ataque. Con el escudo empecé a sospechar, empecé a sospechar…

(Agarra la taza y toma un sorbo largo de café negro)

OSVALDO.- Entiendo el punto, pero ¿A sospechar de qué? El escudo era una marca registrada de Aquiles (Vuelve a recitar con una mano en alto): “con triple cenefa brillante y reluciente, provisto de una abrazadera de plata. Cinco capas tenía el escudo, y en la superior grabó el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia”. Para que usted entienda Negro, es similar a lo que ocurría con el pelo de Sansón.

EL NEGRO.- ¿El pelo de quién? (Con ambas manos invertidas genera dos pirámides de diez dedos y las agita) ¿Dónde juega ese?




OSVALDO.- (Resignado) Déjelo ahi Negro, no se haga problema, demoraría demasiado tiempo en redondear el concepto. Sólo entienda que para Aquiles el escudo era lo que le daba verdadera fuerza, lo que le imponía rigor escénico.

EL NEGRO.- Ahí está el punto. Yo lo bancaba con la espada, cuando iba al frente, pero cuando empezó a ir para atrás con el escudito, cuando me dijeron que el tipo tenía (emula los gestos y el tono de voz de Osvaldo) el escudo como marca registrada dije: “A este le gusta recibir demasiado. Si no se la come pega en el palo”.

OSVALDO.- Pero Negro, sea bueno, no es tan así la cosa: Aquiles fue héroe de Troya, protagonista célebre de la Ilíada y la Odisea, el hombre más fuerte del mundo para muchos…

(El Negro interrumpe y pone una mano casi a la altura de la boca de Osvaldo)

EL NEGRO.- (Casi gritando) ¡Qué carajo me importa! A mi se me cayó un ídolo Osvaldo, lo seguí como una hora y media y recién al final, con la victoria consumada, el tipo del documental dice casi sin inmutarse: (emula una voz de locutor) “Los griegos toleraban la homosexualidad, de hecho Aquiles y Patroclo tuvieron una profunda amistad, y también un profundo amor entre sí. Aquiles también es famoso por ser el más hermoso de los héroes reunidos en Troya”. Patroclo, trolo. Aquiles, trolo. ¡Era trolo Aquiles! A esa altura, te confieso, estuve a punto de romper la pantalla de un zapatillazo…

OSVALDO.- (con tono sereno) Estimado Negro, es mitología, los griegos tenían un profundo respeto por la belleza del cuerpo, era otra concepción de la vida, no es como ahora, el tema es un poco más complejo.

EL NEGRO.- Dejame de joder, o sos macho o sos maraca. Las medias están para los pies. Entendé que es un ejemplo poco feliz el de este Aquiles para los chicos. Mucha pelea, mucho grito, pero en el fondo se la morfaba. Vos imaginate, me entero que ahora lo están enseñando en la escuela, que querés, me pongo como loco.

(Toma otro profundo sorbo de café y golpea la taza en la mesa)

OSVALDO.- Me parece que usted tiene un problema con la homosexualidad, está muy alterado con el tema. Levante la mirada por las esquinas, por las veredas. A su lado, mucha más gente de la que que usted piensa es homosexual y no tiene nada de malo, por favor, le pido que no sea retrógrado, el suyo es un pensamiento que venció hace bastantes años…

EL NEGRO.- ¿Vos no te la comerás, no? (Se levanta de la silla y trata de mirar el sector donde está sentado Osvaldo) ¿Dónde tenés el escudo, a ver, a ver? Tecito con limón, dolor de estómago, andá maricón…

OSVALDO.- (Señala con el dedo al Negro) Negro, con todo respeto: váyase a la puta que lo re parió. Y cuando llegue, disculpe a su madre de mi parte. (Se levanta de un salto de la silla)


EL NEGRO.- (Con ambas manos como abrazando el aire que lo separa a él de Osvaldo) ¡Pará Osvaldito, sentate! (Señala con el dedo hacia la puerta) Mirá, ahí viene Carlitos, ya están entrando los muchachos, no te calentés.

(Carlitos se acerca a la mesa)

CARLITOS.- ¿Cómo va muchachos? ¿De qué hablaban?

EL NEGRO.- Del escudo de Aquiles, Carlitos, sentate que te explico.

(Osvaldo se levanta de la mesa y mira a Carlitos)

OSVALDO.- Sí, Carlitos, deje que le cuente el Negro. (Mira el reloj) A mí ya se me hizo tarde. Aguántelo usted.

(Osvaldo camina con paso rápido hacia la puerta y abandona el Café)

CARLITOS.- (Observa atento a El Negro) ¿Y a éste qué le pasa, está en pedo?

EL NEGRO.- Dejalo Carlitos, dejalo. No soporta una charla intelectual, está en las boludeces, ¿sabés?. Te pregunto: ¿Vos sabías que todos los griegos son homosexuales?

CARLITOS.- ¿Todos?

EL NEGRO.- Bueno, la mayoría. Sacá a los de la Eurocopa del 2004. Sí, a esos mejor sacalos.




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L>S>D>A, Texto de Bruno Altieri.

2 comentarios:

Goyo dijo...

Brillante. Gracias al viento fresco y jocoso que sopla desde Bahía Blanca.

PD: Paris, también era rarito... yo vi la película...

Anónimo dijo...

En la película eran todos peligrosamente heterosexuales. Creo que Patroclo era el primo de Brad Pitt.

Y el mejor, por supuesto era Hector Bana.